Dios y el sistema límbico

En su artículo Ramachandran nos habla de la posible relación que puede existir entre el cerebro, más concretamente el lóbulo temporal izquierdo, y la religión. Al principio se nos explica que existe un aparato llamado estimulador magnético transcraneal, que sirve para estimular ciertas zonas del cerebro, de manera que por ejemplo si alguien es ciego de nacimiento, se podrían estimular pequeñas zonas de la corteza visual para hacer posible la visión. La idea de Ramachandran surge cuando llega a sus oídos

Ramachandran

que Michael Persinger, al estimular partes de sus lóbulos temporales con esta máquina, experimentó una sensación de “sentir a Dios”. Esto, y el hecho de que numerosos pacientes suyos afectados en los lóbulos temporales padeciesen los mismos síntomas que Persinger, le hace preguntarse que si esto implica que nuestro cerebro tenga alguna relación con Dios y la religión.  Ramachandran empieza su relación de ambos con los ataques epilépticos, se dio cuenta que los pacientes que sufrían ataques epilépticos que afectaban al sistema límbico (la actividad del sistema límbico tiene que ver principalmente con la experiencia y expresión de emociones), tenían síntomas emocionales más llamativos y algunos pacientes afirmaban “haber visto la luz”, y tener experiencias espirituales profundas , es decir, daban a todo lo que les rodeaba un sentido cósmico. Estos ataques de “fe religiosa” sólo solían durar algunos segundos, pero en algunos casos, esas alteraciones del lóbulo temporal, alteraban permanentemente la personalidad del paciente. Un caso concreto que estudió Ramachandran fue el de Paul, un prototipo perfecto de cristiano que afirmaba haber visto a Dios, tras repetitivos ataques epilépticos. Esto le hizo preguntarse porqué los pacientes como Paul tenían esas experiencias religiosas, lo cual le condujo a cuatro hipótesis:
• Que Dios “nos visite” y que realmente exista.
• Que dado el torrente de emociones que sufren los pacientes, estos busquen tranquilidad en la religión.
• Que debido al ataque, la relación entre los centros sensoriales y las amígdalas se estrechara aún más, con el resultado de que todo quedaría imbuido de  un profundo significado.
• Que los seres humanos hemos desarrollado por evolución un circuito neuronal especializado exclusivamente en la experiencia religiosa.

Para comprobar sus hipótesis Ramachandran decidió unirse a dos colegas para realizar un experimento basado en la respuesta RGP ante diferentes imágenes. Lo normal es que la respuesta sea más intensa  frente a imágenes sexuales , o de nuestra familia. Él y sus colegas pensaban que los pacientes con epilepsia en el lóbulo temporal izquierdo presentarían una respuesta intensa a todo lo que vieran. Pero sin embargo esto no fue así, los resultados del experimento concluyeron que los pacientes respondían con intensidad a las imágenes religiosas, pero a las otras imágenes (incluyendo las sexuales), respondían de forma atenuada, en comparación a la de los individuos normales.
La explicación que da Ramachandran a todo esto es que estos pacientes han sufrido cambios permanentes en los circuitos del lóbulo temporal, causados por el reforzamiento selectivo de algunas conexiones y el debilitamiento de otras, lo que provoca que el paciente experimente nuevas emociones, y sienta otras de forma más débil.
A la conclusión a la que llega Ramachandran es a que en el cerebro humano existen circuitos que intervienen en la experiencia religiosa, y que en algunos epilépticos estos circuitos se vuelven hiperactivos.

¿Porqué fulanit@ y no menganit@?

El amor por la fuerza nada vale, la fuerza sin amor es energía gastada en vano.(Alber Einstein)

En la anterior entrada he tratado de explicaros desde el punto de vista científico qué es el amor, y por qué nos sentimos así al enamorarnos, pero os dejé una duda planteada «¿Por qué nos enamoramos dese esa persona y no de otra?». Pues bien, es por lo siguiente:

Existen varias teoría sobre porqué nos enamoramos de esa persona:

  1. 1. En nuestro subconsciente tenemos grabada la imagende nuestros progenitores e inconsciente mente buscamos estos rasgos en la otra persona porque representan el ideal de hombre/mujer con el que crecimos.
  2. Buscamos a personas para relacionarnos íntimamente que tengan historias similares a la nuestra y un nivel cultural, social e intelectual parecido al nuestro.
  3. Nos enamoramos de lo que anhelamos ser o, de las característias del otro, que en nosotros mismos no reconocemos.

Estas son las tres teorías más aceptadas, pero sin embargo existen otras diferentes que son, aunque menos populares entre la comunidad científica,  igual de válidas.

¿Qué es para ti el amor?

Oxitocina

Molécuca de oxitocina

Para mucha gente el amor es un estado en el que nos encontramos cuando nos gusta mucho alguien, no podemos dejar de pensar en él, se nos acelera el corazón al verle, nos sudan las manos, perdemos el apetito en incluso el sueño, porque todos nuestros pensamientos nos llevan a él… etc. ¿Pero realmente es eso? No, enrealidad el amor no es más que una serie de hormonas con diferentes efectos que se liberan en tu cerebro cuando ves o piensas en esa persona.

Estudios científicos han demostrado que cuando una persona dice estar enamorada de otra se encuentran en su cerebro una gran cantidad de hormonas. Estas hormonas se segregan en el cerebro (hipotálamo) produciendo ese estado de felicidad y bienestar tan característico de cuando estamos enamorados, así por ejemplo cuando nos damos un abrazo o nos hacemos caricias con esa persona, se produce una hormona llamada oxitocina (también llamada hormona del amor o del abrazo) que nos hace sentir esa sensación de bienestar al abrazarle. Cuando estamos enamorados las hormonas y monoaminas  que se producen son diversas:

  • Dopamina (monoamina): Comúnmente se asocia con el sistema de placer del cerebro, dando lugar a sentimientos de placer y refuerzo que nos motivan a hacer ciertas actividades. Se libera a través de experiencias naturales placenteras, tales como el sexo o la comida. Algunos estudios indican que cuando se inyecta dopamina a roedores hembra en presencia de un roedor macho, la hembra lo escogerá más tarde entre una multitud.
  • Norepinefrina (monoamina): otro neurotransmisor que induce euforia en el cerebro, excitando al
    Vías de la dopamina

    cuerpo dándole una dosis refuerzo de adrenalina natural. Ésto causa que el corazón lata más fuerte y la presión sanguínea aumente. Por ello parece que se nos sale el corazón o nos sudan las manos cuando vemos a alguien por quién nos sentimos atraídos.

  • Serotonina (monoamina): controla impulsos, pasiones indomables y comportamiento obsesivo, ayudando a generar una sensación de «tener en control».
  • Oxitocina (hormona): se la conoce en ocasiones como «la sustancia química del abrazo». Esta hormona es mejor conocida por su papel en la inducción del parto estimulando las contracciones. Pero recientemente se ha observado que puede influenciar además en nuestra habilidad para unirnos a otros, dado que ambos géneros liberan esta hormona cuando se tocan y se abrazan, teniendo lugar un aumento máximo del nivel de oxitocina durante el orgasmo.
  • Vasopresina(hormona): también llamada «la sustancia química de la monogamia». Ciertos investigadores han observado que la supresión de vasopresina puede provocar que los machos abandonen su nido de amor y busquen nuevas compañeras.

Niveles altos de oxitocina y vasopresina pueden interferir con los caminos de la dopamina y la norepinefrina, lo cual puede explicar por qué con el tiempo la sensación de apego crece mientras que la locura apasionada del amor decae.

Esto nos explicaría porqué tenemos esa sensación al enamorarnos, y porqué actuamos de una manera u otra pero… ¿Porqué produce nuestro cerebro esas hormonas al ver/pensar en esa persona, y no en otra? si quieres saberlo sigue atento a mis entradas : ).

Para saber un poco más del tema del amor y el cerebro os dejo un enlace con el libro de Helen Fisher, una de las descubridoras de la verdad detrás del amor.

La clave está en el cerebro.

Amígdala cerebral

Queridos seguidores, en esta entrada intentaré responder a los interrogantes anteriormente planteados y que seguro que os han resultado tan familiares como vuestro propio ombligo.

Como ya me adelanté anteriormente la clave está en el cerebro, como en casi todo lo que nos ocurre. Lo que ocurre cuando vemos una película de miedo en nuestro cerebro está relacionado con la excitación de una parte de este, por así decirlo, el miedo se encuantra en una parte del cerebro al a que se denomina amígdala (zona encargada de las sensaciones más primarias y responsable de alertarnos cuando corremos peligro o de desencadenar la respuesta para huir). La amígdala recibe los estímulos al mirar la película de miedo y se activa, ¿pero porqué no huimos?. Lo que pasa es que las sensaciones proporcionadas por la película también llegan hasta la corteza prefrontal, encargada de procesar los pensamientos más sofisticados, por lo tanto esta zona nos avisará de que la situanción no es una situación real, impidiendo las respuestas como la huida.

Una vez explicado el procedimiento cerebral al ver la película de miedo, podemos responder a los anteriores interrogantes, basándonos sólo en un dato restante: la zona del cerebro que se activa cuando vemos una película (amígdala), es la misma que se asocia con el placer. Portanto al ver la pelíicula se produce una sensación de felicidad real oculta, que es lo que nos «engancha» y nos induce a seguir viéndola aunque nos dé miedo, y lo que nos hace que nos gusten, aunque pasemos un mal rato.

Aquí os dejo un vídeo de la que sea probablemente la pelicula de miedo más famosa de mundo:

¿Porqué nos «enganchan» las películas de miedo?

¿Nunca os ha pasado que empezáis a ver una película de miedo, y por mucho terror que os dé esta seguimos viéndola?, ¿no os habéis tapado nunca la cara para no verla, pero sin embargo habéis dejado los dedos abiertos para ver mejor?, ¿ por qué gustan tanto estas películas aunque pasemos un mal rato?, ¿Qué tienen de especial esta película que enganchan más que las pipas?

La respuesta a estas preguntas es sencilla: la clave está en nuestro cerebro.

Miedo

¡Buuuuuu!